sábado, 4 de diciembre de 2010


El primer cuadro que mi madre me regalo era un arrollo claro y cristalino que recorría

Serpentaneamente la quebrada del Calafate. Su transparencia que permitía ver claramente su fondo cubierto de diminutas piedras, a sus lados conviven las rocas y arbustos, acompáñanos su pasar. Las montañas lo cubren aumentando la belleza del paisaje, mientras algunos automóviles interrumpen el silencio.
Trabajo Práctico hecho por: Juan Villarreal

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